Duelo
21/9/2019
8
min

Fases del duelo: Mitos

Las fases en un duelo son tradicionalmente cinco. Se entiende como fase cada uno de los procesos en los que se divide el acto de aceptación de la muerte o la pérdida de un ser querido. Por norma general, este proceso ocupa el tiempo que dura la recomposición del ánimo de la persona que sufre la falta.

Parece que el foco de atención en un duelo se centra en el estado emocional de la persona que echa de menos a su ser querido. No obstante hay muchas más consecuencias supletorias. Y por supuesto, existen algunos mitos en relación con estas fases y este proceso de aceptación.

Mitos de las fases en un duelo

Las cinco fases de duelo son: la negación, la ira, la negociación, la depresión y la aceptación. Pero, ¿de dónde viene esto y qué hay de verdad en todo ello? Esta categorización de lo que supone el proceso de la pérdida de un ser querido está rodeada de mitos. Aunque convencionalmente se siguen utilizando estos términos para hablar del proceso de recuperación de la normalidad, no quiere decir que todas las personas atraviesen estas cinco fases del duelo o que el tiempo de duración de cada fase sea igual en cada persona.

1. Todos sufrimos de la misma manera

La primera razón, aunque es la más obvia, también es la más tajante y sincera: no todas las personas somos iguales ni sufrimos por los mismos motivos. De la misma forma que no todas las personas nos vemos afectadas de igual manera, tampoco nuestro cuerpo o nuestro ánimo se ve afligido de la manera idéntica ante situaciones semejantes.

Las fases en un duelo se pueden producir por diferentes motivos: duelo por aborto, duelo tras la pérdida de una mascota, duelo por un familiar o amigo... Algunas personas afrontan las pérdidas mejor y otras peor. De la misma manera que algunas sufren más la pérdida de su animal de compañía que otras.

Como somos diferentes no podemos atravesar los mismos estados para llegar a sentirnos de nuevo enteros. Y enteros no significa que hayamos sido capaces de olvidar, sino que nos hemos recuperado físicamente, ostentando el ánimo propio de nuestra personalidad. Pues, como queremos exponer, no a todas las personas nos afectan igual las cosas y, en consecuencia, es posible que algunas personas padezcan un sufrimiento más físico que emocional.

2. Es imposible aceptar el dolor

En muchas ocasiones creemos que el dolor que sentimos justo tras el fallecimiento de un familiar es algo que no vamos a poder aceptar en ningún momento. Es cierto que cada persona podrá sentir y sufrir la pérdida de su ser querido de manera diferente.

En este caso, las fases del duelo inciden en cada proceso evolutivo. De este modo, una pérdida es probable que no se pueda aceptar de un día para otro. Al igual que tampoco nos podemos acostumbrar de manera inmediata a vivir sin ese ser querido.

No obstante, todo proceso de duelo lleva asociado un curso de aceptación y adaptación que por supuesto conlleva un tiempo. Es por ello que la creencia de que “el dolor no se puede aceptar” es un mito.

Para llegar a la fase de aceptación hace falta tiempo y ayuda. Para algunas personas muerte y religión van de la mano y se refugian en la fe para calma su dolor. Es posible aceptar la marcha de un ser querido y aprender a vivir de nuevo. Aunque está claro que no será algo fácil o sencillo.

3. Es necesario sufrir de manera constante

Cuando se pierde a un ser querido es normal experimentar una sensación de sufrimiento. Esto no quiere decir que si se deja de sentir haya que martirizarse.

Parece que nuestra propia sociedad nos ha inducido la idea de que sufrir es necesario cuando hay una muerte de por medio. A lo largo de la historia, incluso se ha pagado a personas para que llorasen en los velatorios.

Hay personas que tienen la creencia errónea de que es fundamental mostrar el sufrimiento tras la pérdida de un ser querido. No obstante no es positivo tratar de provocar el sufrimiento para mostrarnos tristes o demasiado afectados. Fingir el sufrimiento solo puede provocar más malestar. Además el hecho de que no parezca que te afecte no significa necesariamente que no estés triste. Muchas veces, los peores sufrimientos se manifiestan cuando ya ha transcurrido mucho tiempo desde la pérdida. Cada persona manifiesta su dolor de una manera diferente.

Nuestro apego y amor hacen inevitable que sintamos tristeza durante un período determinado que depende de cada persona. Aunque todas las pérdidas de seres queridos a las que nos enfrentamos nos causan dolor y malestar, sufrir en exceso no es conveniente.

4. Aferrarse a la vida

Actualmente se pueden observar ciertas diferencias evolutivas si comparamos a las personas mayores con las más jóvenes. Por suerte para nosotros y para nuestra sociedad, las muertes cada vez se asumen de una manera más adaptativa. A modo de ejemplo: Imaginemos la situación de una persona muy mayor con multitud de dolencias o alguien que sufre una enfermedad incurable en estado avanzado que lo está pasando realmente mal y su único deseo es dejar de sufrir. Aferrarnos a que alguien viva aunque esté sufriendo y precisando de infinidad de máquinas o medicamentos que lo mantengan vivo, resulta egoísta.

La asunción de la muerte es un razonamiento humano. No significa que una pérdida no vaya a doler, sino que nuestra propia humanidad nos hace sufrir al ver que la persona que tenemos enfrente lo está pasando mal. En estos casos tan tristes, vale la pena recuperar de la tradición social esa idea de descansar en paz.

La vida hay que vivirla. Si una persona está sufriendo y ese padecimiento es irreparable, querer que se aferre a la vida por no querer sufrir a causa de su muerte no es justo. Por una parte, de acuerdo con lo que se acaba de exponer, no compensa sufrir. Si una persona está enferma y no se va a curar, alargar su agonía es inhumano. Por lo tanto, es necesario despojarse de los egoísmos y del miedo al sufrimiento propio y dejar que los enfermos no sufran.

5. El duelo solo implica dolor

Además del sufrimiento, las pérdidas pueden estar asociadas con otras emociones. Durante las distintas fases del duelo pueden aparecer emociones y estados diferentes como por ejemplo la inestabilidad, los comportamientos incontrolables, la ira, el enfado o el rencor.

De todos estos, quizá el rencor y la ira sean los más habituales. Pueden aparecer preguntas como: ¿Porqué te fuiste tú primero?, ¿Por qué me trata así la vida?, ¿Qué he hecho yo para merecer tantas desgracias juntas? o ¿Cómo superar la muerte de un ser querido? Todas estas frases han sido repetidas a lo largo de la historia por personas que tuvieron que decir adiós.

Las emociones asociadas a la muerte son tan extensas, intensas e importantes que han sido siempre uno de los principales focos de atención. En todas las culturas y en todas las expresiones artísticas existen manifestaciones que hablan acerca de los procesos de aceptación de la muerte y de la recuperación de los estados de ánimo a causa de ella. Por lo tanto,debemos asumir y aceptar la muerte como un proceso natural que conlleva sensaciones que podemos aprovechar para canalizar de manera no dañina: en vez de sufrir, expresarlo.

6. El tiempo hace el olvido

Es posible que este sea otro de los grandes mitos asociados a la muerte o a cualquier tipo de proceso que nos haga sufrir. El tiempo lo cura todo. Pero, ¿es esto cierto? Desde luego, los seres queridos no se van a olvidar por mucho tiempo que pase. A lo que sí ayuda el paso del tiempo es a la aceptación de la nueva situación personal.

Si ya no puedes vivir más con esa persona, el tiempo te ayudará a normalizar tu vida sin ella. En este sentido, los años funcionan como un aliado en la adaptación para superar las pérdidas, pero curarse lo que se dice curarse del todo es harina de otro costal. Hay heridas que duran para siempre. El vínculo social así lo requiere. Seguimos amando a nuestros seres queridos que han fallecido porque todavía siguen pareciéndose a los vivos en un sentido no corpóreo.

Empatía y ayuda

Quizás tú o alguna persona de tu entorno que haya perdido a alguien importante en su vida, necesite apoyo y ayuda. Algo fundamental a la hora de ayudar a alguien a vivir las fases del duelo hasta llegar a la aceptación es ponernos en el lugar de esa persona. ¿Qué puede estar viviendo o sintiendo? ¿Qué puede pasar por su cabeza en estos duros momentos?

Es vital que seamos capaces de ponernos en los zapatos de esa persona, con independencia de cual sea su pérdida. Hay que hacerle comprender que tú estás ahí para ayudarle y apoyarle y no para juzgar los sentimientos o emociones que exprese en cada momento.Lo que una persona necesita en estos momentos es  poder expresarse y no reprimirse. En este último caso, las consecuencias podrían provocar una peor manifestación a lo largo del tiempo.

Ayuda profesional

En ocasiones nos enfrentamos a pérdidas tan dolorosas que no somos capaces de aceptar que ese ser querido ya no está entre nosotros. Nos encontramos dentro de un oscuro túnel del que creemos que es prácticamente imposible salir y ver la luz. El apoyo de seres queridos en estos duros momentos es imprescindible.

No obstante para superar todas las fases del duelo y llegar a la fase de la aceptación, puede resultar conveniente buscar la ayuda de un profesional especializado que te preste su linterna y te haga salir a flote.

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